domingo, 29 de mayo de 2016

La pradera nevada

La búsqueda de la trascendencia es una constante en el ser humano desde todos los tiempos. Es la respuesta natural al ansia de ser + que llevamos dentro de nuestro corazón y que no se sacia con cualquier cosa.

Es una búsqueda que toma muchas formas, unas más afortunadas que otras. Hay quien lo identifica con la felicidad, con el bienestar, con Dios, con lo esotérico,...



El cuento que comparto esta semana, que lleva por título La pradera nevada, incide en este camino de búsqueda de Dios en el que se han embarcado muchas personas tratanto de localizar esas huellas que nos llevan a Dios y que a veces son escurridizas como la arena que se escapa entre los dedos.

El protagonista de este cuento recorre el mundo y la vida para encontrar a Dios, sin escatimar esfuerzos, hasta que encuentra la persona idónea que le indica donde encontrarlo aunque para ello tiene que convertirse en una pradera nevada... 

Pero el final, ¡mejor leerlo directamente! Aquí va a continuación.

============

La pradera nevada

Un hombre quiso encontrar las huellas de Dios. Estaba convencido de que si llegaba a encontrarlas sería feliz.

Siendo joven se puso en camino. Cargó en su mochila un sinfín de proyectos, tuvo como lema el entusiasmo, su cruz del sur, y comenzó con ilusión.

Miraba siempre adelante,no perdía detalle de cuanto pasaba a su alrededor. Así recorrió aldeas, pueblos, ciudades y países, vadeó ríos, escaló montañas, y sediento y desfallecido atravesó desiertos.

Sin embargo no encontraba las huellas de Dios. Se convirtió en hombre maduro, desarrolló sus conocimientos, la capacidad de reflexión. Siguió caminando, observando, preguntando a los animales, las flores, a los pájaros y a los hombres por las huellas de Dios. Las respuestas que recibía no le satisfacían.

-No, no puede ser, tengo que seguir, seguiré buscando, lo haré con más tesón; algún día descubriré las huellas de Dios.

Ya anciano y desconsolado, una noche se perdió. Lo encontró un anacoreta, un siervo de Dios. Después que hubieron cenado una frugal colación, el anciano preguntó al caminante:

-¿Qué te trae por estas tierras, qué buscas?

Respondió el caminante:

-Busco las huellas de Dios. Esa es la meta de mi vida., por eso me hice caminante. Si las encontrara las seguiría: no inmporta adónde me llevasen. 

El anacoreta se quedó pensativo; después dijo al caminante:

-Si fueses una pradera nevada, descubrirías las huellas de Dios.

-No te entiendo anacoreta, he buscado tanto…

-Si estuvieses en silencio como una pradera nevada, comprenderías que el soplo del aire es la voz de Dios que te habla. 

Si fueses una pradera nevada descubrirías que las huellas que te marcan son los signos del amor de Dios las gracias que de continuo te manda. 

Si fueses pradera nevada te darías cuentas de que el perdón de Dios te transforma en agua de alegría y de esperanza. 

Si fueses pradera nevada habrías comprendido que las flores, los pájaros, los animales y el hombre te habrían dado una repuesta acertada: la naturaleza entera es una huella de Dios.


El caminante interrumpió al anacoreta:

-¿Como puedo ser una pradera nevada?

El anacoreta miró al caminante y sonrió, después añadió: 


-Teniendo pureza, humildad y sencillez de corazón. Mira hacia tu interior: Dios habita en ti mismo, tú eres su huella mejor.

El caminante comprendió entonces que había buscado espejismos seducido por su apariencia exterior, cuando ya lo tenía dentro de sí.


La Historia de la Semana

sábado, 14 de mayo de 2016

Naturales

La tarea de educar es fascinante y llena de sorpresas agradables, aunque también tiene sus momentos difíciles en algunas circunstancias.

El video que comparto esta semana quiere rendir un homenaje a la labor que realizan los maestros sembrando la semilla del conocimiento y la educación en los niños.


Seguramente en muchas ocasiones no tendremos ocasión de conocer los resultados de la labor pedagógica, pero estoy seguro de que cuando se hace con amor deja una huella que se recuerda siempre, porque, como bien dice la frase de Séneca que aparece al inicio del video: lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida.

El video lleva por título Naturales y ha sido presentado dentro del SaviaFest de la editorial SM. Aunque dura sólo 7 minutos, merece la pena llegar hasta el final. ¡Espero que os guste!



La Historia de la Semana

lunes, 4 de abril de 2016

El barquero

Hace poco hablaba con un compañero sobre la importancia de la fuerza de voluntad en los estudiantes, que parece se ha perdido en los últimos años.

Antes teníamos un refrán que resumía muy bien muchas situaciones de la vida: quien algo quiere, algo le cuesta.


Pero es verdad que nuestra sociedad nos lleva muchas veces a vivir lo más cómodamente posible olvidando que el esfuerzo de superación suele recompensar con creces el trabajo invertido.

En el cuento que comparto esta semana el protagonista lo descubre de forma un poco traumática, para que tenga más impacto en el lector. Se titula El barquero y va a continuación, para recordarnos que la superación es importante en la vida.
 
========
El barquero

Cierta vez un hombre decidió consultar a un sabio sobre sus problemas. Tras un largo viaje hasta el paraje donde aquel maestro vivía, el hombre, finalmente, pudo dar con él:


Maestro, vengo a usted porque estoy desesperado. Todo me sale mal y no sé qué hacer para salir adelante.
 
El sabio le contestó:


Puedo ayudarte con esto. ¿Sabes remar?

 
Un poco confundido, el hombre contestó que sí. Entonces el maestro le acompañó hasta un lago. Juntos subieron a un bote y el sabio le dijo al hombre que remase hasta el centro del lago.


¿Va a explicarme ahora como mejorar mi vida?, dijo el hombre, advirtiendo que el anciano gozaba del viaje sin más preocupaciones.

Al llegar al centro exacto del lago, el maestro le dijo:


Acerca tu cara al agua y dime qué ves.


El hombre se asomó por encima del pequeño bote y, tratando de no perder el equilibrio, acercó su rostro todo lo que pudo.



De repente, el anciano le empujó y cayó al agua. Al intentar salir, el anciano le sujetó impidiendo que subiera a la superficie. Desesperado, el joven manoteó, pataleó, gritó inútilmente bajo el agua. 

Cuando estaba casi ahogado, el sabio le soltó y le permitió subir. Una vez en el bote, entre toses y ahogos, el hombre gritó.

¿Está usted loco? ¿No se da cuenta que casi me ahoga?

 
Con el rostro tranquilo, el maestro le preguntó:

Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

 
¡Respirar, por supuesto!

Bien, pues cuando luches para salir adelante con la misma vehemencia con la que luchabas por respirar, entonces estarás preparado para triunfar.




La Historia de la Semana