domingo, 12 de junio de 2011

Da siempre lo mejor

La Madre Teresa de Calcuta, ya beata, ha dejado pocas cosas escritas pero de un gran contenido.

La historia de esta semana, Da siempre lo mejor, es una reflexión suya sobre el comportamiento personal, en la que destaca especialmente la idea que da título al relato: dar siempre lo mejor de uno mismo. 

Hay ocasiones en que resulta difícil superarse y no dejarse llevar por las modas imperantes en el entorno, basta ver la situación social y política actual. 

Por eso conviene recordar estos pensamientos que ayudan a 'ver la tierra desde el cielo', sin estar pendientes de lo que digan o hagan los demás.

Aquí va el relato de esta semana.
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Da siempre lo mejor

A veces las personas son egoístas, ilógicas e insensatas …
Aún así perdónalas .

 
Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoísta e interesado …
Aún así sé amable.

Si eres un triunfador, tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos …
Aún así triunfa.


Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte …
Aún así sé honesto y franco .

 
 
Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra …
Aún así … construye .

Si tienes paz y eres feliz, las personas pueden sentir envidia…
Aún así … sé feliz .



El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana …
Aún así … haz el bien .

Da al mundo lo mejor de ti, aunque puede que nunca sea suficiente …
Aún así … da lo mejor de ti mismo.

Y recuerda que, a fin de cuentas, todo es entre tú y Dios,
nunca entre tú y los demás.

Madre Teresa de Calcuta



La Historia de la Semana  

martes, 7 de junio de 2011

Leyes del alumno

Llegan los exámenes y para muchos estudiantes es la hora de la verdad: ponerse frente al papel en blanco y demostrar que ¿sabe?, ¿domina? la materia en cuestión.

Hoy nos acordamos desde aquí de todos los sufridos alumnos y les animamos a superar las dificultades que se les plantean en su dura y ardua ascensión hacia la cima del conocimiento. 

Espero que no hagan caso de un grafitti que vi en una universidad que decía: el conocimiento me persigue... ¡pero yo soy más rápido!

Y si es con un poco de humor, mejor todavía :-)), así que aquí van estas Leyes del alumno.

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Leyes del alumno:

1.- El alumno no saca ceros, colecciona huevos de colores.
2.- No copia, ejercita la vista.
3.- No come chicle, fortalece la dentadura.
4.- No se distrae, examina las moscas.
5.- No se duerme, reflexiona.

6.- No fuma, se relaja.
7.- No hace novillos, le reclaman en el bar.
8.- No copia en los exámenes, pone las respuestas en común.
9.- No habla, intercambia opiniones.
10.- No enfada al profesor, estudia sus reacciones.
11.- No llega tarde a clase, se culturiza en el exterior.

12.- No está en las nubes, examina los fluorescentes.
13.- No pone pegas, sirve de relaciones públicas.
14.- No lee revistas, se informa.
15.- No critica al profesor, le saca defectos.
16.- No le enseñan, aprende.

17.- No suspende, le suspenden.
18.- No dice tacos, se desahoga.
19.- No va al despacho del director, lo visita.
20.- No le echan de clase, va a dar una vuelta.
21.- No destroza la clase, la decora a su gusto.
22.- Cuando un alumno sale a la pizarra, toda equivocación se debe al movimiento ondulatorio de la tiza.


viernes, 3 de junio de 2011

El guiso de lentejas

Diógenes Laercio fue un historiador griego de la filosofía clásica que vivió sobre el siglo III d.C. 

En sus escritos cuenta muchos relatos y chismes acerca de sus colegas contemporáneos, pero la historia de esta semana me ha parecido especialmente significativa y de fácil aplicación en nuestros tiempos.

Suele resultar más cómodo hacer el juego a los poderosos y adular a los que están por encima para obtener lo que interesa, que ser fieles a las propias convicciones y aceptar las consecuencias.

Esta historia de Diógenes, titulada El guiso de lentejas, trata precisamente de la adulación, y me ha parecido muy instructiva. ¡Espero que os guste!


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 El guiso de lentejas

Un día, hace muchos años, estaba  Diógenes comiendo un plato de lentejas sentado en el umbral de una casa cualquiera.

No había ningún alimento en toda Atenas más barato que el guiso de lentejas. 

Comer guiso de lentejas significaba que te encontrabas en una situación de máxima precariedad.

Pasó un ministro del Emperador y le dijo:
  
-¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y adular un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas.

Diógenes dejó de comer, levantó la vista y, mirando intensamente al acaudalado interlocutor, le contestó:

-¡Ay de ti, hermano! Si aprendieras a comer lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al Emperador.


La Historia de la Semana