martes, 10 de mayo de 2011

El puente perfecto

De la historia de esta semana se pueden sacar muchas ideas prácticas para nuestra actividad cotidiana.

La primera que resalta son los efectos del afán de perfeccionismo. Está bien desear hacer las cosas de la mejor manera posible, pero cuando nos quedamos en la cosa en sí y nos olvidamos del objetivo final es muy fácil que nos ocurra como general de nuestra historia, que se queda 'a verlas venir'. 

Otra idea es lo bien que funciona con ciertas personas la adulación: basta que les digas lo quieren escuchar para que ya te hagan caso; y es un mecanismo de manipulación al que hay que estar atento.

Y otras ideas que seguro se os ocurren. Así que sin más, aquí va El puente perfecto.


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El puente perfecto

Hace mucho tiempo, un simple soldado tenía la importante misión de guardar el paso existente en un río. 

Un día, al despertar, se encontró con todo un ejército al otro lado del río, dirigido por un gran general, orgulloso y de genio rápido. Con grandes voces el general le indicó sus intenciones de cruzar el río, tomar sus tierras y declararse dueño de todo el lugar.

El soldado miró las muy numerosas tropas y al orgulloso general y, tras meditar un rato, se inclinó ante el ejército. 

"Oh, gran general", dijo. "Veo vuestras tropas, valientes como ninguna otra. Veo vuestra nobleza, más allá de toda duda. Veo todas estas cosas". 

Entonces habló el general, complacido por haber sido correctamente juzgado. 

"¡Pues apártate y déjanos tomar lo que nos pertenece!". 

El soldado se inclinó ante el general, pero se negó pesaroso. 

"No podría, general. Mirad el río. Hay rocas, con las que podríais tropezar y caer. Hay barro, con el que podríais mancharos. Y fría está el agua. ¿Cómo podría dejaros cruzar de una manera tan poco noble, nada apropiada para vos?". 

El general meditó y vió que sufrir tales incomodidades estaba por debajo de lo que se merecía, por lo que asintió. 

"Dime entonces, soldado, qué propones".

El soldado se inclinó de nuevo. 

"Dejadme enviar mensaje a mi señor. Entenderá la situación como yo lo he hecho y enviará artesanos y materiales, los mejores de ambos, para que construyan un puente, el mejor que se haya construido jamás, para que vos y vuestras tropas, crucéis". 

El general asintió y acampó con sus tropas en su orilla del río. 

El señor del soldado entendió a su súbdito y, como éste había predicho, envió los mejores artesanos y materiales. 

Durante meses trabajaron con dedicacion y cuidado, de modo que el puente fuese perfecto. El puente tardó más de un año en ser construido y, cuando fue finalizado, era perfecto.

Pero también fueron perfectas las defensas que, en ese tiempo, el señor del soldado había erigido alrededor de su castillo, que jamás pudo ser tomado.

La Historia de la Semana

viernes, 6 de mayo de 2011

El monje y el jardín

El corazón tiene razones que la razón no entiende. Creo que esta frase de Pascal es bastante conocida e ilustra muy bien la historia de esta semana, titulada El monje y el jardín.

Con excesiva frecuencia intentamos meter todas las cosas que nos rodean en el molde de la razón, pero vemos a diario que muchas se nos escapan, como el amor. 

Este es para mí el mensaje de este cuento: que siempre hay un + en todas nuestras cosas y únicamente desde la perspectiva del maestro podemos contemplarlo y asumirlo.

¡A ver si os gusta!

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El monje y el jardín

Cuenta la leyenda que un anciano monje japonés pidió a su discípulo predilecto que arreglara el jardín del templo. 


Como todo el mundo sabe, los jardines japoneses nada tienen que ver con los occidentales: están cargados de simbolismo y cada detalle, cada planta, cada roca, cada riachuelo tiene un significado concreto.

Pues bien, el discípulo hizo lo que le pedía el maestro, pero éste no se mostró satisfecho:

–Aún falta algo –le dijo–.

Por tres veces trató el joven alumno de mejorar el jardín sin conseguir la aprobación del anciano. Hasta que, por fin, se rindió:

–Maestro, no logro saber qué es lo que falta. He cuidado cada uno de los detalles y no soy capaz de hacer más.

Entonces el maestro se inclinó, tomó una hojas secas de arce y las lanzó descuidadamente sobre el jardín.

–Ahora está bien –concluyó–.


La Historia de la Semana

miércoles, 4 de mayo de 2011

Con el tiempo....

Una idea que en ocasiones pasa por la cabeza es lo bueno que sería tener la experiencia que dan los años pero con la edad de cuando se era joven. Sin embargo, no es posible....

El joven tiene que adquirir esa experiencia de la vida poco a poco, ¡viviendo!, no sin equivocarse muchas veces, darse cuenta, y rectificar las decisiones. 

Lo que resulta más triste es llegar a mayor sin haber aprovechado las circunstancias de la vida para madurar y extraer lo esencial en las relaciones humanas. 

La historia de esta semana es un texto de Jorge Luis Borges en el que alerta precisamente de que hay situaciones que sólo se aprenden con el tiempo... y que lo dejamos pasar sin darnos cuenta.

Se titula Con el tiempo... El texto es un extracto de la versión completa, que está en el video que va al final.


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Con el tiempo...

Con el tiempo aprendes la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma.

Con el tiempo aprendes que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad.

Con el tiempo... empiezas a entender que los besos no son contratos, ni los
regalos promesas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.


Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que el dinero.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.


Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes...


Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.


Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.


Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.


Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo.... ante una tumba..., ya no tiene ningún sentido...
 
Pero desafortunadamente.... esto sólo lo entendemos con el tiempo.
 
Y recuerda estas palabras: "El hombre se hace viejo muy pronto y sabio demasiado tarde"... justamente cuando ya no hay tiempo.