jueves, 8 de julio de 2010

El Beso

Esta semana comparto un cuento infantil, de los de 'toda la vida', que me ha parecido muy interesante. Se trata de El Beso, de Didier Levy

Y es que los cuentos no sólo sirven para entretener y dormir a los niños: también tienen una enseñanza para los mayores.

En este cuento, por medio de una situación ingenua y sencilla nos habla de la importancia de la amistad, incluso donde menos se espera, y sobre todo, que la amistad hay que cultivarla con cariño y amor.

A continuación, El Beso.


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El Beso


Un buen día, apareció una ratita y besó a un gato.



-¡Esto es imposible! -chilló el gato, secándose el morro.

-¡Anda ya! Cómo te pones por un besito de nada -respondió la ratita.

-¡Largo de aquí! -se enfureció el gato- O te vas o te como en un santiamén.

-De acuerdo -dijo la ratita, y regresó de nuevo a su agujero de ratita.


A la mañana siguiente, el gato estaba charlando con una gata muy bonita... Y, entonces, ¿quién llegó para darle un beso?

-¿Pero cómo puedes dejarte besar por una ratoncita? -dijo la gata bonita.

- De eso nada -respondió el gato enojado.

- ¿Te burlas de mí? -contestó la gata-. Una ratoncita ha pasado por aquí, te ha dado un beso en la punta de la nariz y se ha largado hacia su agujero.

A la mañana siguiente, claro está, la ratita llegó para darle su beso del día.

- ¿Pero se puede saber qué te ocurre, gato? -preguntó la ratita-. Parece que te duela la barriga.


-Soy el hazmerreír de todos los gatos del barrio -dijo el gato muy triste-. Todo quisque sabe que me das besos en la nariz. Ya me dirás lo que parezco ahora...

-¿Quieres que deje de darte besitos? -propuso la ratita.

-Ahora ya es demasiado tarde -suspiró el gato. - Mi fama está hecha.

Entonces, la ratita dio un beso al gato y se largó a todo correr. Ni a la mañana siguiente, ni durante un día ni dos después, la ratita apareció.

El gato empezaba a sentirse mejor. Al cuarto y al quinto día, ella tampoco dio señales de vida. El gato se sentía aliviado. Pero, curiosamente, al mismo tiempo se preguntaba qué habría sido de la ratita. De alguna forma, la echaba en falta.

Entonces, como si nada, el gato empezó a buscar a la ratita.

Muy despacito se acercó a todos los agujeros donde vivían los ratones y, como si la cosa no fuera con él, fue preguntando si conocían, por casualidad, a una ratita que se dedicaba a besar a los gatos en la punta de la nariz.


Evidentemente, como estaban seguras dentro de su agujero, la ratitas se burlaron del gato:

-Y tu hermana, ¿no da besos a los elefantes? -le preguntaron sin parar  de reír.

¡Ah!, que triste y solo
se sentía el gato. Casi casi se pone a llorar.  ¡Pero un gato no llora! Sin embargo, cerró los ojos. Quién sabe si, a pesar de  todo, no había una lágrima que quería escaparse...

Pero, en ese instante, ¿quién vino para darle un beso en la punta de la nariz? El gato abrió los ojos y se fijó un buen rato en la ratita.

-¿Ahora en qué estás pensando, gato?

-Me pregunto si un gato y una ratita pueden ser amigos-respondió el gato.


-Escucha a tu corazón -dijo la ratita.

Entonces el gato se puso a escuchar su corazón bastante tiempo. Y por toda respuesta, depositó un beso muy chiquito en la frente de la ratita. 


Didier Lévy

 

martes, 6 de julio de 2010

Babies

Muchos de los lectores del blog se dedican al trabajo educativo con niños, trabajo abnegado y generoso donde los haya, y que requiere una gran dosis de ilusión y entrega.

El video de esta semana trata precisamente sobre el primer año de vida de cuatro niños de sociedades bien diferentes: Mongolia, Japon, Namibia y Estados Unidos (¡faltaría uno de Latinoamérica!); su cuidado, sus juegos, su forma de actuar, ....

Y lo más sorprendente ¡es que los cuatro niños hacen prácticamente lo mismo! 

Inevitablemente me ha surgido la pregunta: siendo así que nacemos iguales, ¿por qué los mayores nos fijamos más en lo que nos separa que en los que nos une?

Aquí va el documental que seguro os va a gustar.






viernes, 2 de julio de 2010

La obra del Rey

Cuando estamos inmersos en un proyecto, o incluso en el trabajo cotidiano, tenemos habitualmente dos opciones: hacer las cosas como siempre se han hecho o intentar mejorarlas con creatividad e ilusión.

Evidentemente el camino más fácil es el primero: necesita poco esfuerzo. En cambio el segundo requiere profundizar en las situaciones, imaginar alternativas y aportar un trabajo personal.

La historia de esta semana, titulada La obra del Rey, es un sencillo cuento que pone de manifiesto esta doble vía de afrontar los retos que la vida nos va poniendo en el camino, resaltando algunas ideas importantes. Entre ellas, las cualidades que hacen de una persona un auténtico líder: iniciativa, valentía, compromiso, autoridad moral, creatividad,...

¡Espero que os guste!

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La obra del Rey

Cierto rey ordenó a sus dos hijos construir dos grandes acueductos que llevaran agua a los maltrechos campos reales, muy castigados por una gran sequía. 

El primero tomó parte de las riquezas y ejércitos del padre y con ellos fue al Norte, donde ordenó a los habitantes de aquellas tierras trabajar duro en la construcción de la gran obra. El hijo del rey dirigió la obra diligentemente, pagando justamente a los aldeanos y terminándola en el tiempo previsto de dos años.

Orgulloso de su trabajo, se presentó en palacio, donde se encontró con las celebraciones por la próxima coronación de su hermano como rey. Le contaron que había tardado sólo un año en construir el acueducto del Sur, y que lo había hecho sin apenas soldados ni dinero.

Aquello le pareció tan extraño que comenzó a investigar la obra de su hermano, llegando a descubrir no pocas irregularidades. Volvió entonces alarmado a informar a su padre el rey para evitar la coronación de su hermano.

- ¿Por qué dices eso?, ¿hay algo que deba saber? - respondió el rey.

- Sabes cuánto quiero a mi hermano, pero debe haberse vuelto loco, pues ha manchado nuestro nombre mil veces. Construyó el acueducto desviándose de los

planos. Creó salidas de agua que llegan a otros campos antes del tuyo, al que apenas llega la mitad del agua. Desafió al primer ministro en presencia de los aldeanos, se fue sin pagar nada a quienes trabajaron, y hasta utilizó a tus soldados como obreros. Y quién sabe si esto es sólo el principio...

El rey, mirando a su hijo con cariño, respondió:

- Hijo mío, todo lo que dices es cierto: tu hermano tuvo la iniciativa de modificar la obra para mejorarla; la sabiduría para proponer algo que mejoraría las vidas de todos y así convencer a los aldeanos de trabajar rápido y gratis; la valentía
para enfrentarse al primer ministro por defender la justicia; y la autoridad moral para poner a sus soldados a trabajar en la obra más horas que los aldeanos. Su compromiso fue tan grande, que él mismo fue quien más tiempo dedicó a trabajar, olvidando su condición de príncipe. ¿Sabes, hijo? Es por estas cosas que todo el mundo adora a tu hermano y harían lo que él les pidiera.


El príncipe se marchó pensativo, reconociendo en las palabras de su padre la grandeza de su hermano. Y sin dudarlo un instante, corrió a felicitarle.