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viernes, 28 de septiembre de 2018

El sabio y el sultán

El tema de la comunicación y el diálogo ha salido frecuentemente en el blog, pues es de vital importancia en las relaciones sociales. No sólo es importante saber qué decir, sino también saber cómo decirlo.

Decían los antiguos que la verdad es la verdad, la diga quien la diga; pero como sabemos por experiencia, hay maneras y maneras de decir la verdad, unas más acertadas que otras.
La historia de esta semana trata precisamente de cómo transmitir una idea para que el receptor la acoja de la mejor manera posible.

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El Sabio y el Sultán

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. 

Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: 

- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: 

- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

- Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma de decir las cosas... uno de los grandes desafíos de la sociedad es aprender a comunicarse.

La Historia de la Semana

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Por qué la gente grita?

La historia de esta semana me ha hecho caer en la cuenta de una observación de la realidad: cuando nos enfadamos solemos alzar la voz.

Parece que si gritamos más alto que la otra persona vamos a tener más razón, lo cual es evidentemente falso.

Pero lo que sí es cierto es que se produce una separación interior y se resquebrajan los puntos de unión con el otro. 

Por eso hay que tener mucho cuidado en esos momentos para no romper los puentes definitivamente: cuando se produce una separación de los corazones es muy difícil acercarlos de nuevo.

Esto es lo que me ha sugerido el relato ¿Por qué la gente grita?, pero seguro que a los lectores les sugiere muchas más ideas...
 
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¿Por qué la gente grita?

Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:
- ¿Por qué las personas gritan cuando están enojadas?

Los discípulos, tras pensar unos momentos, contestaron:
- Porque perdemos la calma –dijo uno– por eso gritamos.

- Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? –preguntó una vez más- ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los discípulos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro, así que finalmente explicó: 

– Cuando dos personas están enojadas sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojadas estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego preguntó: 

– ¿Pero qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué?: sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. 

Y cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede?: no hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cercanos en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuán cerca están dos personas cuando se aman.

Luego el sabio concluyó: 

- Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.



domingo, 19 de abril de 2009

El Sabio y el Rey

En esta ocasión la historia de la semana va sobre la forma como decimos las cosas.

Seguro que alguna vez hemos tenido la experiencia de no saber transmitir un sentimiento o entender al revés lo que nos quieren decir, con los equívocos que se crean. De eso va la historia. ¡Espero que os guste!


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El Sabio y el Rey


Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.


- "¡Qué desgracia, mi señor!" exclamó el Sabio, "Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad".


- "¡Qué insolencia!", gritó el Rey enfurecido, "¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!".


Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:


- "¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada: el sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes".


Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando el Sabio salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:


- "¡No es posible! La interpretación que habéis hecho del sueño es la misma que hizo el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro".


- "Muy sencillo,
amigo mío", respondió el segundo Sabio, "recuerda bien que muchas veces todo depende de la forma como decimos las cosas... Uno de nuestros mayores retos es aprender a comunicarse".